miércoles, 19 de enero de 2011

Soplan vientos de cambio...

Estaba yo el domingo preparándome el café de rigor y observando el cielo. Creo que pocas veces he visto correr (sí, literalmente correr) a las nubes tan rápido en mi vida y es que en las Holandas soplan unos vientos...


Observar cómo esos vientos se llevan las nubes me produce una melancolía... me recuerda a toda la gente que ha pasado por mi vida. Me parece que, tras un mes en los Países Bajos, esas personas se han ido así de rápido, se las ha llevado el viento también en otra dirección. Intento mantener la calma pues la melancolía y la tristeza no llevan a nada (bueno sí, a quemazos con aceite y a verter líquidos peligrosamente cerca de mi nuevo portátil!!!!!!!). Así que después de ver cómo un cielo totalmente nublado se despeja ante la fuerza imparable de Eolo, entiendo que igualmente mi tristeza desaparece si me concentro en el presente. 


Así que después de beberme mi rico cafecito, me voy al jardín a remover la tierra para que empiece a airearse ya que en un par de meses quiero empezar a sembrar otra vez.
Al destapar la tierra, me doy cuenta de que las fresas, la borraja y la col roja han resistido todas y cada una de las heladas y nevadas, así que las dejo ahí para que sigan su rumbo. Al igual que ellas, yo he aguantado todas y cada una de las despedidas, todas y cada una de las amistades que un día llegaron a mi vida y luego, sin más, se fueron. Y como estas verduras que han aguantado, así entiendo yo que la vida tiene sus ciclos, pero que siempre, SIEMPRE, el sol sale después de una tormenta y la tierra se recupera después del invierno...

Hasta que nos volvamos a leer (o hasta que todo el hielo se vuelva a derretir...)

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