Día en la playa

El otro día hacía un día soleado también, así que decidimos ir a la playa. Claro, para llegar allí teníamos que ir en bici, así que siguiendo la rutina de ejercicio de la semana (el martes fui por primera vez a la piscina en Delfzijl y nadé como una hora) nos pusimos en marcha. Lo malo es que Eggo quiso ir con la marea alta y eso no fue hasta las 4 de la tarde, así que para esa hora ya se había levantado un viento de mil demonios y los 14 kms. de ida y vuelta se convirtieron en el doble de eso.

Después de como disfrutar dentro del mar como 1 hora (el agua estaba sorprendentemente templada para ser el mar del norte y apenas mediados de junio), así que jugamos, nadamos y nos sacamos fotos y todo. Claro, a la salida del agua se notó el viento que soplaba, así que nos pusimos a correr cuesta arriba y cuesta abajo hasta que llegamos a las toallas. Disfrutamos muchísimo: Eggo y Daniel hicieron una casa en la playa con maderas que recogieron, pescaron medusas -que, todo hay que decirlo- eran de las no peligrosas =) y hasta pretendieron surfear. Y mientras tanto, qué hacía yo os preguntaréis... pues estaba dulcemente tumbada tostándome con ese hermoso solecito que tanta energía me transmite.

A la vuelta, tuvimos que ingeniar una solución casera (ir en bici por la cuesta contraria a la dirección del viento) porque soplaba tan fuerte que hasta las ruedas de la bici silbaban. Llegó un momento en que me quería rajar y tirar la bicicleta y caminar a casa, pero reflexionaba y me daba cuenta de que no llegaría nunca caminando. Así que nos dispusimos a seguir pedaleando cual valientes que somos y después de como 30 min. salimos de la bendita playa y nos dirigimos al puerto y de ahí a la ciudad. Cuando apenas íbamos saliendo de la playa, había ahí un grupo de gaviotas hiperprotectoras que por querer proteger sus nidos nos caían en picado y, en dos ocasiones, casi nos picotean a Eggo y a mí. En fin, os dejo con unas fotos de esa bonita aventura para que disfrutéis conmigo...

Besos!